Todas las estaciones tienen su encanto particular y el otoño es un estallido de colores. Más cuando se trata de aventurarse, aunque sea un poco, en el corazón de los Andes Patagónicos. Déjese llevar por la Lic. Melina Paoloni a través de este sendero barilochense…

El sendero se interna en un bosque muy tupido, bordeando el arroyo Goye en la mayor parte del trayecto, a lo largo del valle. Este curso de agua es un espectáculo en sí mismo ya que en el recorrido encontramos remansos de aguas claras, rápidos y varios saltos de gran belleza escénica. En un cálido día de otoño, tras atravesar un primer tramo de vegetación no autóctona, los pinos, nos fuimos introduciendo en el verdadero bosque andino patagónico. Incluimos aquí una descripción que hace el Dr. Rodolfo Venzano, que nos explica de manera incomparable las características de este bosque:
“…El grande y principal motivo que atrae a los turistas que vienen al Nahuel Huapi con preferencia a cualquier otro lugar de la República Argentina, son los bosques, de una exuberancia tropical, pero con un clima siempre fresco. Forman un marco incomparable a los lagos y montañas nevadas. Se trata de selvas vírgenes muy
tupidas, con árboles de todas las edades. Los más viejos, abandonados a sí mismos, terminan por desarraigar y caerse, en general bajo el peso de las nieves invernales. Pocas veces caen aislados, arrastrando a uno o varios gigantes vecinos en imponente derrumbe….El suelo es una mezcla de humus, hojas y restos de troncos en descomposición, impregnado de agua, casi siempre, menos al finalizar el verano, en que seca y se vuelve combustible de alto grado. La marcha en el bosque araucano está casi siempre erizada de dificultades si no se sigue una picada; los coligües, especie de bambú alto y muy firme cubre las pendientes densamente y obstaculiza la vista y el avance del andinista. Agrégueselos grandes troncos caídos que hay que salvar y junto a los cuales el hermoso pero incómodo matorral de cañas adquiere un desarrollo extraordinario, por la mayor luz que filtra en esos lugares. Por encima de los 1500 m. de altura se encuentran los bosques de lenga sin caña, que se recorren cómodamente…” *

En el momento de nuestra excursión, el otoño delataba claramente su presencia, tiñendo la vegetación de amarillos, ocres y púrpuras y dando a la caminata una cualidad especial, distinta según la época del año:
“…los bosques de hojas caducas (lengas y ñires) que recubren las empinadas cuestas, se colorean de las más subidas tonalidades desde el granate hasta el amarillo pálido, pasando por el rojo intenso y el anaranjado, y con la curiosa característica de estar cada árbol en un distinto período de regresión de sus hojas, por lo cual las boscosas pendientes semejan un mosaico en su policromía, al cual se agregan, para aumentar el contraste, las manchas de verde oscuro de los coihues y el más claro de los cipreses. El otoño, resulta ser el mejor tiempo para excursiones y paseos…” *

Después de aproximadamente tres horas de marcha continua, llegamos a una cascada, más adelante cruzamos el Arroyo Navidad y luego el que baja desde la Laguna Negra. Allí comienzan los “caracoles” que ascienden hasta el refugio. Se debe tener especial cuidado porque, al estar la picada ascendente en zona de sombra, aún en otoño se encuentra hielo en la subida.
El refugio, a 1650 m.s.n.m., permanece abierto sólo en verano, desde diciembre hasta abril, y cuenta con capacidad para 60 personas y servicio de cocina, comedor y kiosco. Es un lugar muy acogedor, con cocina económica y varias ventanas que miran hacia la laguna.
Manfredo Segré era un italiano que dejó como legado la construcción del refugio, ya que las montañas de Bariloche, y en especial este lugar, eran su pasión. Se inauguró en enero de 1970.

Se puede realizar una caminata hacia el Filo. Desde allí la vista del horizonte es casi completa e impresionante. Se pueden ver, en un día despejado y claro, el Cerro Bonete, el Cerro Tronador, la Laguna Cab, el Brazo Tristeza, el Cerro Navidad, la Torre Principal del Cerro Catedral, el lago Nahuel Huapi, el Volcán Puntiagudo (Chile) y hasta el Volcán Lanín.
En verano, el refugio Italia, es punto de partida para otras excursiones. El refugiero a cargo está preparado para brindar toda la información sobre ellas y acerca el estado de las picadas o senderos.
Es importante advertir que la picada resulta muy peligrosa en días de viento, que suele llegar a velocidades de 120 km/h; por lo que se recomienda suma precaución y en lo posible subir con buen tiempo.
* Venzano, Dr. Rodolfo D..”Guía del Parque Nacional de Nahuel Huapí”. 1935.